En una noche de quietud y de estrellas,
De palabras encendidas y miradas que esperan.
Recuerdos, sin aviso, tocan a mi puerta.
He quedado sorprendida de mirarte llegar,
Pues el tiempo y el olvido te intentaron borrar.
Y he quedado enmudecida,
Era este el sentimiento que no debía recordar.
Tu reflejo apresurado roza el cielo en la ventana,
Tus pasos que no son tuyos murmuran en la madera,
Tu sombra de amor fantasmal reposa en el piso de la alcoba,
Los restos, olvidados y frios, tentadores bajo una fosa.
Estrellas desesperanzadas y descoloridas,
Nublan un cielo que en realidad no espera nada,
Una criatura indefensa, como un cisne inmóvil,
Fue torturada como tu alma bajo el manto de una noche.
Fallas de conciencia, deceso del corazón,
Triste final de una cicatriz que con las manos se abrio.
No entendio nunca que la muerte mas dolorosa,
Fue, sin duda, la muerte del verdadero amor.
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