Decir adios nunca es sencillo.
Aun cuando es necesario, se hace complicado.
Decir adios es resignarse a una perdida,
conciente de no haber olvidado.
Porque tu tienes que irte, yo debo alejarme.
Se que no es tu intencion, pero solo logras lastimarme.
Porque por un momento quise estar contigo para siempre,
y olvide que tu amor me heria profundamente.
Que me dolia mas tu presencia que tu ausencia,
que me dolia vivir una mentira.
Que no era nada para ninguno,
que perdiamos los sentimientos y los dias.
Me tengo que alejar porque quiero evitar el daño,
quizas no el tuyo, sino el mio.
Porque estar contigo era delicadamente efimero,
aunque tu, en el fondo, quisieras estar conmigo.
No podras evitar preguntarte por mi.
Que estare haciendo, donde o con quien.
Yo querre saber de ti, pero si me atrevo a buscarte,
dolera, otra vez.
Yo debo confesarte, estuve dispuesta a arriesgarlo todo.
No eras el indicado, ni nada parecido,
eras apenas una esperanza, para no dar todo por perdido.
Decir adios a veces es la decision mas acertada.
La menos visible y menos dolorosa.
Decir adios es dar un paso inteligente,
es alejarse del daño que hace la gente.
Y asi voy, diciendo adios, constantemente,
con miedo a la importancia y a la duracion de las cosas,
y asi por eso mi corazon ha permanecido inerte.
Inerte, absorto, seco, olvidado.
Es el cadaver de algo que aun no ha sido enterrado.
Que sintio, amo, lucho y desfallecio,
y por las noches aun se escucha el eco de su dolor.
Decir adios asi, se dice de repente y porque si.
Se dice adios precisamente cuando no queda nada mas por decir.
Adios, es el comienzo o el final,
es entregarse a todo o no dar nada mas.
Yo quiero decir adios porque te quise,
y en nombre de lo que hayamos sentido,
te dejo libre.
Dejame aqui, sola, conmigo..
Conmigo, la que nunca a nadie quiso, la que nunca se entrego,
la que nunca pudo ser amada por siempre decir adios.
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