Te escribo porque tengo temor de lo que sea que este pasando por tu mente.
No puedo evitar preguntarme que estas pensando y por que.
Es una duda que me recorre a cada instante, cada cinco minutos; no me deja descansar.
No me aleje de ti porque existiera alguien mas, no me aleje de ti porque te quisiera menos, no me aleje de ti porque necesitaba tiempo para pensar, no me aleje de ti porque necesitaba mi espacio, no me aleje de ti porque quisiera.
Tu indiferencia… literalmente, me estaba destrozando. Se que tal vez no era tu intención. Pero ocultabas tu corazón, lo cerrabas, lo reprimías para evitar que te hicieran daño. Conozco ese método, lo he estado usando desde el primer día de mi vida.
Entiendo que hay personas que realmente están hechas para hacer daño. Se que la mayoría hiere por venganza, por diversión, por inercia. Si se que lo hacen. Se que te han hecho daño, de verdad lo se.
Pero hay otras personas que quieren adentrarse en tu corazón, vivir en el, instalarse para siempre.
Yo era una de esas personas. Yo quería mudarme para siempre a tu corazón, quería instalarme en tu alma. Llevar las pocas cosas que quedaban en mi corazón, compartirlas contigo y quedarnos allí. Dormir en las noches en el mismo lecho, en tu corazón. Sufrir las mismas penas. Esos dolores del alma que solemos silenciar por miedo o porque creemos que hay cosas mas importantes en que pensar.
Yo había empacado todo lo que quedaba en mi corazón, lo había guardado en cajas y silenciosamente las estaba acomodando en el tuyo. Estaba decorando todo a mi gusto, para sentirme como en casa. Yo quería que tu corazón fuera mi casa. Quería vivir allí porque tú, silenciosamente, con tu magia, habías abierto las puertas de mi alma. La habías dejado al descubierto y te dedicaste a limpiarla, a pulirla. De repente mi alma era nueva y todo empezaba de nuevo, pero a tu lado.
Tienes magia en tus manos, en tus labios, en tus palabras. Pero, ante todo, en tu corazón.
Me alejo porque tu silencio, tu neutralidad y tu apatía comenzaron a hacerme creer que ya yo había dejado de importarte. Comencé a creer que tenías otras prioridades.
Cuando por fin me sentía en casa, en tu corazón. Aun antes de hacer oficial mi mudanza, sentí que ya me estabas corriendo. De modo que, como aun no sacaba las cosas de sus respectivas cajas, las tome de nuevo y las devolví a mi corazón. Algunas se quedaron en el tuyo y no quiero que las devuelvas; ellas no van a querer volver, querrán quedarse contigo.
Todavía te amo, no se te ocurra dudarlo.
Nunca estuve segura de nada durante nuestra relación ni en ningún momento de mi vida, pero estoy plenamente segura de una sola cosa: nadie nunca va a quererte como yo, nadie.
El tiempo que pase a tu lado, desde el comienzo, fue totalmente puro, totalmente cierto. Era la verdad, aun teniendo en cuenta que la verdad es relativa. Todo mi tiempo a tu lado fue verdad, fue sincero.
No se tu. Tal vez yo fui un juego. En tal caso, eres un buen jugador.
Esta claro que no tengo que justificar mi partida porque fuiste tu quien dejo claro que no soy lo que buscas. Dejaste claro la montaña de dudas que todavía te inspiro. De modo que no tengo argumentos para discutirte, no tengo tasa de credibilidad. No te molestarías en creerme.
Nunca estuve con nadie más que contigo, nunca pensé en nadie más que en ti, solo fui tuya.
Se que tengo que irme, pero no poseo tanta resistencia. No tengo la fuerza necesaria para mantenerme alejada de ti.
Pero me voy. Te sigo amando, pero me voy. No buscare que me rechaces de nuevo, no buscare mas daño. Es demasiado masoquismo para tanta juventud, pero te amo.
Ten en cuenta que mientras el sol brille hay esperanza y creo haber dicho, en algún poema, que te esperare. Te esperare porque la gente cambia y recapacita. La gente se arrepiente y, de existir otra oportunidad, empieza de nuevo.
Cuando quieres algo, el Universo entero conspira para que lo obtengas; lo dice Coelho y yo lo certifico. Te quise a ti y tú apareciste.
Sin embargo, me despido; al menos por ahora. Digo hasta pronto porque aun tenemos el mañana.
Si en cambio estoy en lo cierto y no me quieres en tu corazón, solo puedo suplicarte que no lo apagues, no desconectes tu corazón. Cuídalo, pero mantenlo despierto. Existen personas que de verdad quieren acomodarse en el, quedarse allí por un largo rato, ser felices. Almas que necesitan un hogar, y tu corazón es lo bastante cálido para albergarlas.
Estoy orgullosa de ti porque estimulaste el cambio, fuiste sinónimo de esperanza y me enseñaste a hacer las cosas bien. Estoy orgullosa de mí porque desafié mi propia teoría, descubrí que era posible cambiar. Renací a tu lado y, aun si hubiese sido un juego para ti, fuiste un jugador admirable.
Tal vez nuestros caminos se bifurquen una vez más o quizás esto se resuma a un recuerdo. Invariablemente, estará escrito en las páginas del tiempo porque sucedió. Las estrellas seguirán allá arriba aun después de nuestra muerte y granos de arena tendrán restos tuyos y míos; y serán una prueba contundente de que alguna vez mis manos estuvieron entre las tuyas.
Hasta entonces.
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