Te debo mi sueño de anoche y mi esperanza de hoy,
te debo la fortaleza de la persona que gracias a ti soy.
Te debo mi silencio, mi discreción, mi mañana,
te debo mentiras, verdades, miles de lágrimas.
Te debo mi lujuría y mi pasión,
te debo lo que sea que queda de un corazón.
Te debo mis tonterías y mis neuronas,
te debo la energía magnética que ocasionas.
Te debo palabras, de esas que nunca te digo.
Te debo millones de versos que poco a poco escribo.
Te debo una pérdida, una llegada, una sorpresa.
Te debo un te quiero por cada vez que me besas.
Te debo agonías, paranoias y pérdidas temporales de conciencia,
te debo muchísimo más de lo que piensas.
Te debo entrega, devoción y respeto,
te debo miles de cosas en las que ni siquiera creo.
Te debo las sonrisas que causas cuando despierto,
te debo cada centímetro de mi cuerpo.
Te debo para bien, te debo para mal,
y te debo unas cuantas cosas que no me atrevo a contar.
Te debo el sufrimiento, la maldición de pensarte a cada segundo,
de querer adivinar sí soy yo quién ilumina tú mundo.
Te debo caricias prohibidas en ambientes indebidos,
te debo tantos secretos que todavía no te digo.
Te debo el azul del cielo y las formas de las nubes,
ellas me distraen cuando estoy sin ti y tú recuerdo me consume.
Te debo mi presencia y mi ausencia,
te debo los recovecos de mi conciencia.
Te debo cosas que nunca tendré pero que te prometo.
Te debo teorías en las que no creo, pero mantengo.
Te debo años por encima de todo, es tanto lo que me has dado.
Siento que te debo un poco más cada vez que tomas mi mano.
Te debo y te seguiré debiendo para toda la vida,
una vida no me alcanza para devolver todo lo que me has dado.
Eres el sueño realizado, lo no esperado,
aquello que nunca pude haberme imaginado.
Te debo espacio y tiempo, soledad y silencio.
Te debo mi egoísmo y mi vanidad,
ese algo que se rompe dentro de mi cada vez que te vas.
Te debo mi gloria, mis metas, mis fracasos,
la imperfeccion de mis ideas, lo que no comparto.
Te debo y el día que definitivamente no estés seguiré en deuda,
creyendo que lo pensaras mejor,
me quedare esperando que vuelvas.
Y te seguiré debiendo cosas que ya no te podré dar,
y las iré repartiendo desinteresadamente en cada noche que va.
En cada cuerpo, en cada boca,
en cada corazón miserable, poca cosa.
Y las cosas que guardaba para ti y para mi,
serán pedazos de algo que dejara de existir.
Serán recuerdos, ilusiones añejadas por el tiempo.
Por la esperanza de seguir manteniendo con vida algo que ya había muerto.
Te debo una despedida, nuestro primer encuentro a media noche,
te debo las facetas de mi que aún no conoces.
Te debo mi infancia en una fábula, todas las cosas que duelen.
Te debo la historia de las cosas que se van y definitivamente no vuelven.
Seguiré en deuda para siempre, la vida no alcanza para devolverte tanto.
Y sí quieres puedo ser tú esclava, entregarte desinteresadamente el mando.
El timón de mi vida, sin dirección, a la deriva.
Y te entrego todo, soy para siempre tuya,
siempre esperando que seas causa de una sonrisa, de un mar de llantos.
En deuda contigo, por ti siempre esperando.
Ya que más da sí eres una mentira o una verdad,
sí nunca me quisiste, sí nunca me querrás.
Hace mucho tiempo ya de mi vida había perdido el mando,
tú le diste dirección, tomaste las riendas,
me salvaste cuando me estaba ahogando.
Y así te debo mi vida y todas estas tonterías de las que estoy hablando.
Que más da he perdido el orgullo, junto a ti soy sumisa y entregada,
no encuentro diferencia entre el todo y la nada.
Te debo mi sueño de anoche, la esperanza de hoy.
Te debo la persona en que me has convertido, te debo todo lo que soy.
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