Hoy te recordé, te dibuje en mi mente, puse mis segundos en tus manos. Hoy me provoco sonreir en nombre del pasado.
Hoy te vi sin siquiera esperar que me reconocieras, que me sonrieras, que voltearas la mirada, que me vieras.
Te veo siempre, cada noche en cada sueño, cada vez mas ausente, mas distante.
Te espero sin ya esperar nada en absoluto. Dispuesta a quemar los años jóvenes de mi vida, a subastar mis sueños por el único sueño verdadero: tu.
Y te quedaste conmigo aunque crees que te fuiste. Aunque el aroma de tu piel y el aliento fresco de tus abrazos le pertenezca a alguien mas, a alguna con la sonrisa mas bonita, el cabello mas largo, los ojos mas intensos.
Sigues conmigo y lo sabes, sigues encerrado en una caja oxidada de bordes desalineados y colores opacos, sigues encerrado en mi corazón.
Sueño con tu desaparición y con tu llegada, todavía sueño contigo, sueño que todavía me extrañas. Que de repente eres mi amor verdadero y que te deje ir muy fácilmente. ¿He debido retenerte? ¿Debi decir “te amo” mas a menudo? ¿No vi las señales? ¿Hubo señales?
Me canse de quererte porque se torno aburrido, común, rutinario. Pero todavía pienso en ti y en tus promesas y eso me inquieta. Si hoy corriera a tus brazos sin escuchar ninguna palabra de tus labios me pregunto si aquellas promesas de hace tanto tiempo seguirían en pie. Me pregunto todas las mañanas de mi vida si tu, al despertar, todavía sueñas con despertar a mi lado. Y así voy formulándome una pregunta tras otra, preguntas cuyas respuestas solo pueden venir de ti, si volviéramos a hablar, si volviéramos a tener contacto, si las cosas pudieran ser, solo por cinco segundos, igual que antes.
Hoy quise sentarme y recrear el pasado mientras tomo una taza de café. Hoy quise sentarme para pensar en ti, solo en ti. Hoy se que te extraño, que te necesito literalmente para que mi vida tengo algún sentido lógico y visible. Me haces falta, muchísima falta, una falta terrible.
Debo confesarte que están esas noches en que solo tengo fuerzas para mecerme entre mis brazos y llorar tu perdida. Llorar hasta que me resbale al poner los pies en el suelo. Lloro tu ausencia y lloro mi estupidez. Fue bastante estúpido dejarte ir y dejame aclararlo. No te confundas, no creas que no te quiero. Te quise siempre pero por un monton de razones que ni yo misma puedo explicar, fui incapaz de permitirme sentirlo, incapaz de decírtelo y de hacértelo saber aun a través de la piel.
Dejame entonces ahora que decidi finalmente a escribirte, agradecerte un par de cosas. Dejame reclamarte ahora porque antes era incapaz de hacerlo, incapaz de prestarle atención a lo nuestro, incapaz de dar aunque fuese solo un paso por ver una mejoría, incapaz de tanto.
Nunca me gusto la mueca que hacías cuando te aburrías de mis conversaciones, ni que bostezaras cuando tenia que decir algo importante, ni que dejaras de oírme aun cuando me escuchabas. Nunca me gusto tu mania por interrumpirme y por hacerme perder las ideas. Nunca me gusto tu tendencia a mostrarme tu afecto en publico, siempre me pareció inmoral. Nunca me gusto como cantabas, ni me gusto que cantaras tan a menudo, de verdad que no. Los chistes y el sarcasmo siempre me ponían de mal humor y los apodos dulces que me ponías, cada día uno nuevo, me sacaban de mis casillas y no quería ni mirarte. Nunca me gusto que tardaramos tanto en decir “hasta mañana” aun cuando sabias que yo odio las despedidas, armabas una tragedia solo a propósito, solo para molestarme porque te encantaba molestarme. Nunca estuve de acuerdo con la homofobia y eso lo saben todos, sin embargo tu, seguiste adelante con el plan y cuanto me molestaba tener esas conversaciones contigo; aquellas discusiones bruscas en las que solo me provocaba abofetearte, discusiones que acababan en el balcón o en la cama, con besos silenciosos y caricias discretas bajo las sabanas; tu piel calida que me abrazada y yo aun tan fría, tan muerta. Aquellas discusiones.. Si tan solo supiera lo mucho que extraño aquellas discusiones.
Gracias por enseñarme a mirar al cielo mas a menudo, por detallar mas las estrellas y lo geométricamente complicadas que se pueden volver. Gracias porque tuviste el valor de gritarme a la cara que soy una cobarde, que hago las cosas solo para recibir merito de los demás, que me hago la victima cuando soy la culpable. Gracias porque entendí que mi vida es una tragicomedia desde el mismísimo momento en que llegaste a mi vida. Tanto sufri por tenerte conmigo, porque siquiera me hablaras y enseguida te tuve, y enseguida te deje ir. Gracias porque te imprimiste en mi hasta lo mas profundo de mi ser, porque me hiciste creer solo una vez que tu eras único y que yo era única y que nacimos únicamente para permanecer siempre juntos. Gracias porque mi ego se inflo hasta las nubes aquella primera noche en que tomaste mi mano y decidiste hacerme preguntas triviales solo para distraerme, para sonrojarme. Gracias porque durante el tiempo adecuado sentí mariposas en el estomago y creí en el amor para siempre. Contigo creí que si, que era posible empezar de nuevo, que mi pasado trágico y descontrolado podía ponerse a prueba, que aun después de tantos errores cometidos con manos distintas, podía sentirme nueva, limpia y pura. Podía sentirme solo de alguien, solo tuya.
Tan pronto te tuve, tan pronto te perdi. Tan pronto te me escapaste de las manos, tan pronto tanto sufrimiento, cuanto desencanto.
Te pediría esta noche que sueñes conmigo, te buscaría hasta el fin del mundo, te acompañaría cada domingo a la iglesia, tendría el desayuno siempre en la mesa antes de que despertaras, seria tu mejor compañera, tu complice. Aprendería de futbol y veriamos todos los partidos juntos, sabria yo mas de futbol que tu. Te apoyaría en todo, en tus sueños mas imposibles, encontraríamos la manera. Seria tu esclava siempre, siempre atenta, siempre allí. Mi vida únicamente dedicada a un solo hombre, por el y para el; por ti y para ti. Dejaría a un lado mi pasado, mi presente y mi futuro. Me fusionaría plenamente en tu cuerpo y en tu alma y ya seriamos una misma persona, un mismo destino, un mismo mañana.
Puedo ser linda, puedo ser agradable y dulce. Puedo ser tierna, puedo ser responsable, puedo ser calida, puedo ser mujer, si puedo. Al menos podría intentarlo y podría gastarme toda la vida en ese intento. En el intento de complementarte, de ser con quien sueñas, en quien piensas, por parecerme solo un poco a tu imagen de lo que es una mujer perfecta. Puedo evitar el daño, puedo no hacerte daño, puedo abstenerme de eso, de verdad que si, si puedo.
“..Pero una palabra tuya bastara para salvarme.”
En espera de tu mas pronta y sincera respuesta
Con amor y llena de esperanza, siempre de esperanza.
Katherine Assaf
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